Ni el mejor instructor del mundo conseguiría que estés preparado/a al 100%. Incluso cuando nuestra empresa te lo pone un poco más fácil con un buen horario, un salario adecuado, unas vacaciones suficientes o cualquier otra condición laboral que mejore nuestro día a día. Incluso teniendo un/a responsable que te motive y que reconozca tu talento. Nada de esto lo logra si tú no quieres. Si tú no deseas cambiar tu paradigma, no sigas leyendo, no tengo nada que hacer.
Y te preguntarás, ¿para qué tengo yo que cambiar mi paradigma? Si yo estoy bien, ¿por qué modificar nada? Pues sencillo. Si te dedicas al mundo de la venta, si sales a la calle a diario necesitas tener a punto toda tu maquinaria: un poco de optimismo con argumentos, mucho conocimiento técnico, liderazgo a tope, poder de influencia saludable y honestidad a raudales. Este debe ser tu mapa, el esquema con el que te levantes y trabajes todos los días a pesar de que ese mapa se ve constantemente invadido con incertidumbres, pesimismo y objeciones de nuestros clientes. Tanto que a veces, fusilando la frase de una de las canciones que más me gustan de Dani Martín (El Canto del Loco), nuestro paradigma se despista.
Tú no te lo puedes permitir. Échale un vistazo a ver cuál es el estado de forma del tuyo, y ante cualquier carencia, actúa.