Una negociación es como un baile a dos: al principio los ritmos pueden no acompasarse, nos pisamos o no nos sabemos los pasos. Si ambas partes se esfuerzan por llegar al objetivo común de hacerlo medianamente bien ayudando al otro, con paciencia, encontrando los tiempos y alineando esfuerzos y movimientos, veremos a una pareja bailar.
Es un arte. Es una ciencia. Es corazón y cabeza. Es la herramienta definitiva. Porque negocias mucho más de lo que crees. Decidir qué se come en casa o hasta que hora dejarás salir a tu hijo adolescente son negociaciones. De ahí en adelante.
Ni que decir tiene en el mundo de la empresa. Pensamos en negociación como una gran mesa en la que hay en juego un contrato monetariamente suculento. Esto también. Pero hay muchas situaciones cotidianas en las que saber negociar es la habilidad para resolver de modo excelente.
La negociación es una de las disciplinas más completas. Requiere que estés preparado/a para desarrollarla, que sepas leer entre líneas, que escuches como un murciélago y mires como un búho todo lo que sucede.
Fácil, fácil no es. No voy a engañarte. Pero se puede trabajar, sin duda. Y en este blog voy a facilitarte herramientas y claves para que no mueras en el intento.
Estudia: conoce a la otra parte, negociaciones anteriores, quién las encabeza, cómo es su estilo de negociación, etc. Todo lo que puedas saber es oro.
Planifica: define tus objetivos y también tus líneas rojas que no estás dispuesto/a a conceder o rebasar. Investiga también las de la otra parte. Anticiparte puede ser un factor determinante de éxito.
La otra parte no es tu enemiga: debéis crear una alianza negociando para que al final la ganancia sea mutua y las soluciones encontradas gusten a todos.
Repasa y refresca tus habilidades: comunicación efectiva, empatía (higiénica; si quieres saber más sobre este concepto, pregúntame) y escucha activa se me antojan fundamentales. Aunque también deberás ver en qué estado de eficacia está tu gestión del tiempo o tu maña para celebrar reuniones.
Razón y emoción en equilibrio: lo que no emociona no deja huella. Recuérdalo. Pero mantén siempre la calma. Si estamos a lo que estamos, tu capacidad para argumentar, organizar la información y analizar opciones es vital.
Comprende a la otra parte: esto nos cuesta mucho. Cualquier proceso negociador, grande o pequeño, necesita una comprensión sincera de los razonamientos y argumentos del otro. Pero nos enrocamos en nuestras posturas y difícilmente vemos más allá de nuestro horizonte. Sal de tu cuerpo y de tu mente, de tu círculo cerrado. Igual desde fuera se ven cosas maravillosas.