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Liderazgo

El buen líder no solo debe parecerlo, sino serlo.

Siempre ha sido un orgullo y una experiencia enriquecedora para mí trabajar codo con codo con las personas que están en primera línea de responsabilidad. Les he formado y contado la importancia de mantener una línea de comportamiento ético y moral que sea ejemplo para sus equipos.

El éxito empresarial requiere que el liderazgo sea ejercido de acuerdo con las normas, valores y principios que el momento, el marco legal y nuestros stakeholders exigen o necesitan.

De este modo, me gusta definir la ética del liderazgo como la filosofía que dirige y alumbra el camino. De manera complementaria, la moral son los comportamientos y conductas particulares que ejercemos en situaciones concretas. Manejando estos dos conceptos que representan la teoría y la práctica de los principios que queremos que impregnen todo lo que hacemos en el seno de nuestras empresas, un buen líder debe, por ejemplo:

  • Indicar tiempos de trabajo que se puedan cumplir.
  • Elaborar presupuestos acordes a la realidad económica y comercial.
  • Conocer de lo que se habla. Saber evita el pretexto y la mentira como forma de trabajo. Aunque solo sea esporádica, es intolerable.
  • Cuidar de manera especial, casi familiar a la gente que se implica y siente la marca.
  • Ser transparente.

En definitiva, cumplir con aquellas propuestas de valor que nuestra empresa y nuestro equipo pueden elevar al máximo el ejercicio de nuestra ética, necesario para progresar en nuestra imagen, mejorar el sentimiento de marca, la fidelización de nuestros clientes y el futuro comercial de la compañía.

Así que, sin duda alguna, la ética y la moral se han convertido en componentes estratégicos de cualquier compañía. Si a cualquiera de nosotros/as nos preguntaran acerca de las características o actitudes principales que encontramos en algún negocio al que acudimos habitualmente como clientes, seguro que podemos expresar dos o tres conductas que no son otra cosa que la expresión práctica (moral) de la filosofía reinante en esa empresa (ética). Si el liderazgo no genera estos comportamientos, si no los representa, difícilmente podremos conseguir que se conviertan en la guía de las personas que forman parte de nuestros recursos humanos.

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