El síndrome del impostor es esa voz interna que nos hace dudar de nuestras capacidades y nos lleva a pensar que nuestros éxitos son “un golpe de suerte” o “pura casualidad”. En el entorno laboral, este síndrome afecta a todo tipo de profesionales, desde nuevos empleados hasta directivos consolidados. Se manifiesta a través de pensamientos como:
«No soy tan bueno como mis colegas», «Se darán cuenta de que no sé tanto», “No creo que se me de también como dicen”, “Me parece exagerado mi reconocimiento”.
¿Cómo impacta en la empresa?
En la empresa esta actuación tiene repercusión en la excelencia y sobre todo en la productividad ya que termina generando:
· Falta de iniciativa: Las personas evitan proponer ideas o asumir nuevos retos, por miedo a fallar.
· Productividad afectada: El estrés de sentir que «no somos excelentes» merma la concentración y el rendimiento.
· Bajo desarrollo de liderazgo: Los individuos con el síndrome del impostor evitan asumir roles de liderazgo o de alta responsabilidad.
· Alto agotamiento emocional: La autoexigencia constante puede llevar al agotamiento y a una bajada en la motivación.
· Autocrítica destructiva constante: Esta actuación genera una autodestrucción en los valores personales, creando una actitud negativa interna y falta de autorreconocimiento.
¿Cómo podemos enfrentarlo?
· Hablar del tema: En las empresas, abrir conversaciones sobre el síndrome del impostor puede ayudar a normalizar estas experiencias. Más personas de las que se cree, lo pueden tener y no haberse parado a ser conscientes de ello..
· Celebrar logros personales: Fomentar el reconocimiento de logros, tanto propios como ajenos, ayuda a cambiar la percepción de lo “merecido” o “ganado”.
· Fijar metas realistas y alcanzables: Dividir grandes objetivos en pequeños hitos que den un sentido de progreso.
· Evitar comparaciones: Recordar que cada quien tiene su propio camino y sus tiempos y su propio éxito.
· Formación continua: Impulsar el desarrollo de habilidades y conocimientos para que las personas ganen confianza en sus capacidades.
Visualiza el éxito y concentra tus emociones en él.
El síndrome del impostor es común, pero no tiene que definirnos. Con apoyo y estrategias adecuadas, podemos ayudar a todos en nuestras organizaciones a reconocer su valor y avanzar sin miedo. ¿Tú también has sentido alguna vez el síndrome del impostor?